
La mayoría de las personas medimos nuestra riqueza en función de los bienes materiales que tenemos en nuestra posesión, y con cierta razón porque de alguna manera son los que nos bridan estabilidad, no solo económica si no también psicológica muchas veces.

Pero, si no prestamos suficiente atención acabamos obsesionados por conseguir fuera, en algún lugar de ese mundo material, migajas de satisfacción o placer, de estima, seguridad o amor olvidando que tenemos nuestro propio tesoro interno que además de incluir esas cosas tiene mucho más para ofrecernos.
La verdadera riqueza es la radiante alegría del ser y la profunda paz que la acompaña.
Qué significa el ser
El ser es tu identidad más profunda, tu verdadera naturaleza. No puedes agarrarlo con la mente, ni puedes entenderlo, solo puedes conocerlo dejando tu mente en silencio, estando presente, atento en el ahora.
La iluminación es recuperar esa conciencia de lo que eres.
Obstáculos para experimentar esa realidad
Nuestra mente hace que nuestro pensamiento se vuelva compulsivo. Ser incapaz de dejar de pensar se vuelve una enfermedad terrible que todo el mundo sufre y que crea un falso yo fabricado por la mente que siempre está auspiciado por el miedo y el sufrimiento.
El pensador compulsivo vive en un estado de aparente separación entre lo que es ahora y lo que su mente “dibuja” en su realidad. La mente necesita alimentarse de actividad y por ende, está en un continuo de resolución de conflictos lo que nos lleva a permanecer en un estado de alerta ansioso y doloroso más que realmente atento.
Tu propósito final debe ser liberarte de ese continuo, tanto interno como externo.
Todos estamos constantemente escuchando voces dentro de nuestra cabeza, son los procesos de pensamiento involuntario que no sabemos cómo detener.
Es bastante habitual que la propia voz que tenemos en nuestro interior sea nuestro peor enemigo, muchos vivimos con un torturador en nuestra cabeza que nos ataca y nos castiga agotando nuestra energía vital. Ese parloteo causa una enorme cantidad de dolor e infelicidad y también llega a enfermarnos.

Cuando conseguimos callar esas voces, elevamos nuestra frecuencia vibratoria del campo energético que da vida a nuestro cuerpo físico. Vamos alcanzando el estado de conciencia pura, un estado en el que sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes.
Para conseguir esto, basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente de este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente.
Puedes practicarlo, por ejemplo, cada vez que subas a bajas las escaleras de tu casa o de tu lugar de trabajo: presta mucha atención a cada escalón a cada movimiento incluso a tu respiración.
Somos adictos al pensamiento.
Porque nos identificamos con él, derivamos nuestro sentido de identidad al contenido y a la actividad de nuestra mente, es aquel fantasma al que llamamos ego.
Para el ego el momento presente apenas existe, solo considera importante el pasado y el futuro, siempre está con la misma cantaleta:
«Algún día, cuando haya ocurrido esto, o lo otro, estaré bien y seré feliz”.
Pensamiento y conciencia no son sinónimos
La mente es esencialmente una máquina de supervivencia: atacar y defenderse de otras mentes, recoger, almacenar y analizar información son sus puntos fuertes, pero no es nada creativa.

Los verdaderos artistas, lo sepan o no, crean desde un lugar de no mente, desde la quietud interna no desde la mente de las formas si no desde el impulso creativo o intuición.
¿Y qué hay de las emociones?
Las investigaciones realizadas demuestran que las emociones fuertes pueden llegar a producir cambios en la bioquímica corporal, estos cambios bioquímicos son el aspecto físico o material de una emoción.
Si no puedes sentir tus emociones, si estás desconectado de ellas, acabarás sintiéndolas en un nivel puramente físico, como un problema o un síntoma en tu cuerpo.
Una emoción es el reflejo de la mente en el cuerpo.
El conflicto entre pensamientos superficiales y procesos mentales inconscientes es bastante común, pero siempre se reflejará en el cuerpo la verdad a través de la emoción, no de la mente.
Una emoción puede ser un patrón de pensamiento ampliado y energizado, y como su carga energética a menudo es abrumadora, al principio no resulta fácil mantener la presencia necesaria para observarla.
El pensamiento alimenta la emoción que a su vez carga el patrón de pensamiento y así, en un bucle sin final aparente.
Una de las principales tareas de la mente, es luchar contra el dolor emocional e intentar doblegarlo, siendo esta una de las razones de su actividad incesante, pero lo único que consigue es encubrir el dolor temporalmente.
Tu dolor tiene dos niveles: el dolor que creas ahora y el dolor del pasado que aún vive en tu cuerpo y en tu mente.
El propósito: hay que dejar de crear dolor en el presente y disolver del pasado.
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