Ser docente no es una profesión sencilla, los niños y niñas que se atienden son el futuro de nuestro mundo, se convierten en nuestro legado.
Johana estuvo mucho tiempo renegando de su destino como dice ella, pero al final su verdadera vocación ganó la batalla y hoy ya lleva años entregada a sus niños a los que desea dejar una huella no solo académica si no de identidad personal y patrimonial.
Es una mujer maravillosa.