
Capítulo 5 – El estado de presecia.
Puedes escucharlo en audio aqui

El cuerpo puede convertirse en un punto de acceso al reino del Ser, pero lo primero que tenemos que hacer es deshacernos de la ilusión de que solo somos un cuerpo físico y una mente.
Debemos buscar ser libres de los miedos a través de los cuales nos obliga a mirar esa ilusión del yo que nos hace creer en una identidad única que nos hace sufrir.
Mira más allá de las palabras
No te quedes trabado en la palabra.
La palabra miel no es la miel. Puedes estudiar y hablar de la miel todo lo que quieras, pero no la conocerás verdaderamente hasta que no la saborees. Cuando la hayas probado, la palabra ya no será tan importante para ti.
Lo mismo ocurre con las palabras a los que otros le dieron una forma que tú puedes cambiar como pecado, Dios, Jesús, iluminación, presencia.
Este cuerpo tangible y visible sólo es un caparazón externo o, más bien, una percepción limitada y distorsionada de una realidad más profunda. En tu estado natural de conexión con el Ser, esa realidad más profunda puede sentirse a cada momento como el cuerpo interno invisible, la presencia interna que te anima.
Habitar el cuerpo es sentirlo desde dentro, sentir la vida y darte cuenta que ERES más allá de la forma externa.

Para hacerte consciente del cuerpo, necesitas reorientar tu conciencia mental. Esta es una de las tareas más esenciales del camino espiritual porque libera enormes cantidades de conciencia que habían quedado atrapadas en el pensamiento inútil y compulsivo. una manera eficaz de hacerlo es retirar el foco de atención del pensamiento y dirigirlo hacia el cuerpo, donde podremos sentir el ser como un campo energético invisible que da vida a lo que percibimos como nuestro cuerpo físico.
Transformación a través del cuerpo
Tú no eres tu cuerpo.
Esta tendencia se plasmó en la negación de los placeres sensuales, en particular de la sexualidad, y también en ayunos y otras prácticas ascéticas. Se llegó a causar dolor al cuerpo en un intento de debilitarlo o castigarlo por considerarlo pecaminoso. Otros trataron de escapar del cuerpo entrando en Estados de trance o buscando experiencias de salida del cuerpo.
La transformación se realiza a través del cuerpo, no alejándose de él.
Profundiza tus raíces internas.
Si mantienes la tensión en el cuerpo siempre que te sea posible, estarás anclado en el ahora. No te perderás en el mundo externo ni en la mente. Los pensamientos y emociones, los miedos y deseos, pueden seguir presentes, pero ya no se adueñarán de ti.

Mientras te mantienes en contacto consciente con tu cuerpo interno, eres como un árbol profundamente enraizado en la tierra, o como un edificio con unos sólidos y hondos cimientos.
Antes de entrar en el cuerpo, perdona
Prestar atención a la emoción no significa empezar a pensar en ella. Significa observarla, sentirla plenamente, de modo que puedas reconocerla y aceptarla tal como es. Lo importante no es si puedes poner una etiqueta mental a la emoción, sino puedes poner conciencia en la sensación que te produce.
Cuando no estás en tu cuerpo, la emoción puede sobrevivir dentro de ti durante días y semanas, unirse a otras emociones de frecuencia similar y convertirse en el cuerpo-dolor, un parásito que puede vivir dentro de ti durante años, alimentándose de tu energía, produciéndote enfermedades físicas y dándote una vida miserable.
Por tanto, dedica tu atención a sentir la emoción y comprueba si tu mente se está aferrando a algún patrón de dolor -culpabilidad, auto conmiseración o resentimiento- para alimentarla. Si este es tu caso, significa que no has perdonado.
La naturaleza de la mente es no perdonar, del mismo modo que el falso yo creado por la mente, el ego, necesita luchas y conflictos para sobrevivir.
Deja una respuesta