
No te quedes anclado a una historia que ya no quieres seguir contando.
Nuestra experiencia de vida nos ha traído hasta el lugar donde estamos hoy, nos ha convertido en la persona que somos con todas las virtudes y defectos que eso puede conllevar.
No te atasques en la lucha por contar siempre la misma historia por la que crees haberlo entregado todo, cada uno de los episodios que conforman nuestra vida fue necesario y ha sido útil durante su tiempo de emisión, debemos respetar los finales cuando corresponden.
Por ejemplo, estudiar una carrera universitaria no es cosa de dos días, entregamos todo nuestro tiempo y esfuerzo por acabarla con excelentes resultados y a pesar del disgusto que nos ocasiona ejercer una profesión que quizá escogimos sin mucha conciencia seguimos anclados porque creemos que si lo dejamos es como tirarlo todo por la borda y nada más lejos de la realidad.
Los años de la universidad para muchos de nosotros, fueron los mejores años de nuestra vida, pero más allá de eso todo lo que allí aprendimos y experimentamos nos formó para la vida, no para una profesión o trabajo que actualmente no nos gusta.
Tenemos que aprender a cerrar el ciclo, si no es lo que nos alimenta hemos de tomar lo que nos ha servido y todo lo que nos ha dejado y continuar, pasar a otra cosa que nos vuelva a hacer sentir, así como aquel primer día, en la entrada de la Universidad.
Lo mismo ocurre con la familia, con matrimonios, con lugares, con amigos…
Acepta la experiencia.
Cosa que es más fácil de decir que de hacer como casi todo en la vida. Aceptar nuestras circunstancias actuales es un trabajo obrero en el que, cada vez que somos conscientes que algo nos disgusta, hemos de hacer el esfuerzo de buscar también su opuesto.
Todo es polaridad, no existe lo malo sin lo bueno.
Es importante que nos demos cuenta que nuestra realidad actual es producto de nuestro pasado y de las experiencias vividas lo cual significa que también es la semilla de nuestro futuro y de nosotros depende abonar el terreno para el crecimiento.
Actualmente, podemos estar pasando por el peor de los momentos y ACEPTAR no se trata de conformismo, no se trata de cruzarse de brazos y esconderse detrás de la actitud “es lo que hay”, se trata más bien de todo lo contrario.
Acepta que hoy estás donde estás y estás bien, respiras y aunque duela, es lo único necesario para seguir adelante y conseguir que los vientos cambien.
La realidad que nos rodea puede dar mucho miedo, la incertidumbre es difícil de manejar, pero piensa que no siempre tu realidad ha sido la misma, ningún minuto se ha repetido ni se repetirá.
Busca lo que tengas a mano para facilitar tu camino, un grupo puede ser una gran opción.
Decide el estilo de vida que deseas tener a partir de hoy.
Cuando aceptamos que esto es lo que nos está tocando vivir en este momento tenemos que darnos cuenta que hay cosas que se escapan de nuestro control, cosas que no podemos cambiar ni queriendo es aquello que es necesario que soltemos y confiemos.
El primer paso hacia la confianza es reconocer la actitud con la que enfrentamos la vida: si nos dejamos llevar por la rabia, por la queja, si siempre estamos mirando la injusticia o nos ahogamos en el rencor.
Intentemos agradecer lo más mínimo de lo que nos ocurre:
- Que por fin escampe un rato.
- Que el frío me ayude a desinflamar las piernas.
- Que puedo relajarme 5 minutos en la ducha.
- Que esta mañana mis signos vitales estaban en orden.
La actitud con la que decidamos enfrentar cada día es la que va a dictaminar como transitamos sus horas.
Tratar de tener buena actitud a consciencia no tiene nada que ver con querer ver las cosas color de rosa ni con obligarte a sonreír a toda costa, tiene que ver únicamente con ser consciente de nuestros estados de ánimo, con reconocer nuestras emociones para comenzar a gestionarlas, poco a poco, todo a su tiempo.
Respetando siempre nuestra propia individualidad y siendo amables al revisar los pensamientos que más visitas tienen en nuestra mente cuando estos nos disgusten y nos cueste trabajo deshacernos de ellos.
Describe la persona en la que te quieres convertir y trabaja en ello.
Ir revisando nuestros pensamientos y la actitud con la que solemos vivir nos ayuda a descubrir lo que somos en este momento de nuestra vida, la forma en como nos estamos comportando, y así, determinar si se parece o no a nuestro ideal de nosotros mismos.
Sin olvidar que ese “ideal” es una construcción que hacemos nosotros de nosotros mismos, es decir, le ponemos o quitamos las cualidades que queramos, sin dejarnos influenciar por los de fuera ni por nuestro ego y sin ponernos el listón imaginario demasiado alto.
Sin frustraciones ni imposibles.
Se trata de ir construyendo una imagen real de quien nos gustaría ser e ir haciendo lo que consideramos necesario para llegar allí.
Deja una respuesta